ASÓMATE A LA VENTANA.
martes, 5 de abril de 2016
UNA ESPERA REDUNDANTE.
Este eterno invierno me ha calado hasta los huesos, estoy entumecida. Esta casa está llena de grietas, y por ellas se cuela un frío que araña. Entra sigilosamente, se va haciendo paso e inunda todas las habitaciones, hasta hacerlas inhabitables. Sin embargo, aquí sigo esperando, paralizada por el frío. La espera no se hace tan dura como pensaba, incluso empiezo a acostumbrarme a la gelidez de mi saloncito. La temperatura es cada vez más baja, y estalla el termómetro en 423 pedazos. Cada pedazo por cada día esperándote a ti, a la suerte, a la felicidad, al futuro, a las oportunidades. Una espera que me heló, que me abrasó, que me consumió. Esperar, esperar, esperar; ¿Para qué? Quiero levantarme del sofá, encender las luces, llamar a alguien, notar que la sangre fluye de nuevo, activar mi sistema nervioso. Pero aquí sigo: tumbada, cansada, helada, rota. Cuando pienso en el primer impulso, me doy cuenta que no se vive tan mal en la espera. O quizá sí... y yo que sé. Solo quiero dormir, y dejar que el frío invada mis tejidos, mis huesos, que se adueñe de mi cuerpo, si es que ya no es suyo. Son cosas de la espera. Esperas, esperas, esperas hasta que la espera y la añoranza se transforman en tú modo de vida, y solo sabes esperar y pedir que acabe esa espera. Así, Espera y Frío se han convertido en mis compañeros, y me abrazan mientras miro fijamente los cristales del termómetro tirados en el suelo.
martes, 22 de marzo de 2016
PÁGINAS, PÁGINAS, PÁGINAS
Páginas en blanco.
¿Por qué no puedo escribir?
¿Y si aquí ya no queda más?
¿Y si lo gasté todo?
¿Y si te di todo?
Páginas amarillentas,
cansadas de esperar letras,
palabras que les den vida, sentido.
El tic tac nos asusta,
nos acecha por igual.
Páginas mojadas.
Esta casa está llena de grietas,
el frío de este invierno eterno
entra, sin permiso.
No deja de llover fuera,
el agua se filtra sigilosamente.
el agua se filtra sigilosamente.
Páginas rotas.
lunes, 14 de diciembre de 2015
GRACIAS.
Te
he tenido que dejar ir, sin más remedio. Mientras hablas, fumo el último cigarrillo del paquete. Y más que escuchar la
cantidad insana de tópicos que has articulado (no eres tú, soy yo;
te quiero, pero...), yo solo pienso en qué bar habrá abierto para
poder comprar tabaco a las doce de la noche.
Podría haber suplicado, podría haberte dicho lo mucho que te necesitaba, lo largas y oscuras que iban a ser las noches, lo tediosas que serían las horas. Pero esa estrategia está ya desgastada.
Podría haber suplicado, podría haberte dicho lo mucho que te necesitaba, lo largas y oscuras que iban a ser las noches, lo tediosas que serían las horas. Pero esa estrategia está ya desgastada.
"Si
quieres algo déjalo ir". ¡Es la noche de los tópicos,
señores! Pero, para la buena verdad, ese ha sido el único motivo
que ha conseguido mantener de una pieza lo poco que queda de mi
dignidad. Por eso; no he llorado, ni me he arrodillado, ni he pedido
perdón por tus errores. Y lo habría hecho de nuevo; pero, esta vez, prefiero que te vayas mientras mi corazón se encoje al
ritmo del cigarrillo, casi consumido, que tenerte a mi lado por cualquier otro motivo que no sea que te
quieres quedar y punto, sin más, sin condiciones, sin peros.
Te doy las gracias por no quedarte. Sé que cuando me
canse de echarte de menos respiraré mejor, lloraré menos y con
menos frecuencia, sonreiré más y escribiré más. Te estás yendo,
pero no sabes cuánto te lo agradezco. Se acabó. Mientras apago el
cigarrillo, y tu sigues hablando y hablando, me doy cuenta de que soy
una perdedora, pero una perdedora con fortuna. Coges tus maletas y te vas definitivamente: en
ellas llevas una de las mejores partes de mí, pero también te llevas las noches en
vela que no pasaré, los quebraderos de cabeza que no padeceré, las
lagrimas que no derramaré. Cierras la puerta y el telón de nuestra
historia, que había acabado hacía ya muchas penas.
Me quedo sentada, mirando la puerta cerrada. Me levanto: creo que iré a comprar tabaco.
domingo, 13 de diciembre de 2015
QUIERO.
Nos
echo de menos.
No te das cuenta de que manera nos estamos perdiendo.
Ya casi no queda nada de ese nosotros que antaño entonaba con voz
cantarina. Me he cansado de soñarnos, de imaginarnos, de pensarnos.
Quiero que esta batalla finalice: que se hagan pedazos nuestros
orgullos, que se hundan en el agujero más profundo; quemarlos. Nos
quiero a nosotros, de nuevo. Quiero que nos tapemos los oídos y no
escuchemos a los terceros. Quiero que arrojemos al abismo que hemos
creado entre nosotros toda la lógica, las barreras, los "no puedo
más"; y que la insensatez sea nuestro puente.
Si
solo pudiera verte, y recordarte lo que eramos, ya sabes...eso que
hemos dejado de ser. Aunque me he cansado de soñarlo, de imaginarlo
y de pensarlo; quiero que vuelva.
Hemos
escogido tapar nuestros ojos con una venda de comodidad, nuestra derrota. Nos hemos convencido a nosotros mismos del
maldito "no puede ser". Escúchame, créeme: nos conozco, y
sé que todo desaparecerá cuando nos tengamos de nuevo. Olvidémonos
de ti y de mí, para ser nosotros.
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